La presencia de lo nórdico en la literatura en castellano de los siglos XVI-XIX:
Saxo Gramático, los hermanos Magno y sus sucesores

Teodoro Manrique Antón

(Universidad de Castilla La Mancha)

teodoro.manrique@uclm.es

Resumen

Ya desde el siglo XVI tenemos evidencia de la importancia que tenían los países nórdicos entre los círculos eruditos españoles. Con el presente artículo pretendemos hacer un recorrido acerca de la presencia de sus autores y obras literarias en la literatura en castellano entre los siglos XVI-XIX. Nuestro periplo parte del despertar hispano a la geografía, literatura y etnografía de la llamada “Europa septentrional”, tanto en obras de carácter culto (Pineda, Ramón y Zamora), como en las populares misceláneas. Las primeras aproximaciones serias a la literatura y lengua de estos pueblos están contenidas, sin embargo, en la enciclopédica obra de los jesuitas desterrados en Italia en el siglo XVIII. Para terminar, analizaremos algunos ejemplos del denominado “goticismo transatlántico” que acogió en América el anhelo, otrora hispano, de establecer vínculos entre los antiguos escandinavos y las poblaciones originales del nuevo continente.

Palabras clave: Literatura nórdica antigua – Recepción en lengua castellana – Goticismo – Olao Magno y Saxo Gramático

Summary

Already by the sixteenth century we have evidence of the importance of the Nordic countries in Spanish intellectual circles. The aim of this article is to provide a comprehensive overview of the presence of Nordic authors and literary works in the Literature in Spanish from the sixteenth, to the nineteenth century. Our journey begins with the hispanic awakening to the geography, literature and ethnography of the so-called “Septentrionalian Europe”, both in highbrow texts as well as popular miscellaneous works. The first serious approaches to the Nordic languages and literatures carried out/published in Spanish are to be found in the encyclopaedic work of the Jesuits (Hervas and Andrés) who were expelled from Spain in the eighteenth century. Finally, we will look at some examples of “Transatlantic Gothicism”, a movement which embraced the previously Spanish desire to establish a connection between the medieval Scandinavians and the original populations of America.

Keywords: Old Norse Literature – Reception in Spanish Language – Gothicism – Olao Magno & Saxo Grammaticus

Introducción

En la mayoría de los estudios que tratan sobre las relaciones literarias entre los países nórdicos y el resto de Europa parece probado que, a partir de finales del siglo XVI y principios del XVII y gracias al latín, empezaron a descubrirse los tesoros literarios, mitología incluida, que contenían los manuscritos medievales de los países nórdicos, en particular los de Islandia. En las primeras publicaciones del siglo XVI predomina un sesgo historiográfico que se plasma, por ejemplo, en las obras pioneras sobre los reinos escandinavos de la pluma de los hermanos suecos Olao y Juan Magno. Esta también es la época en la que se realizan las primeras traducciones de las Gesta Danorum de Saxo Gramático o de las primeras sagas sobre los reyes de Noruega, la Heimskringla de Snorri Sturluson. Para tener acceso a las primeras obras que trataban temas más literarios o poéticos habrá que esperar hasta el siglo XVII, con la edición de Resen de 1665 de los poemas éddicos Hávamál y el Völuspá o la obra de Olaus Wormius (Ole Worm), Literatura Danica antiquissima de 1636, que se ha venido considerado como la abanderada del movimiento denominado goticismo escandinavo1.

Esa relativa demora no significa que, sin embargo, sobre todo en Inglaterra, no haya sido posible encontrar restos de tradiciones y mitos nórdicos antiguos en obras anteriores y de géneros tan dispares como el Beowulf, las Gesta antecessorum comtis Waldevi o los Canterbury Tales, tal y como afirma Heather O’Donoghue en su estudio sobre los mitos nórdicos precristianos en la poesía inglesa desde el periodo anglosajón2.

En el caso de España, sin embargo, este tipo de búsqueda, por razones obvias, no ha resultado tan productiva. En la mayoría de los casos, el acceso de los eruditos y literatos españoles a las obras de autores nórdicos se circunscribió, en principio, a ámbitos muy alejados de la literatura y la poesía vernácula de los pueblos nórdicos. En el siglo XVI, las obras de carácter historiográfico de autores escandinavos sí encontraron, sin embargo, un caldo de cultivo privilegiado en una España que estaba deseosa de compartir con el resto de Europa el prometedor presente de descubrimientos, así como sus orígenes en un pasado glorioso marcado por la interacción con los antiguos pueblos germánicos. Por mor de esta necesidad, incluso las traducciones al castellano de obras clásicas sobre las leyes, los usos y la historia del mundo, como la de Juan Bohemo3, fueron modificadas para dar cabida a la geografía y costumbres de las tierras del Nuevo mundo, para con ello crear un conjunto de tradiciones y referencias vitales con los que sustentar el nuevo discurso de la monarquía católica hispana. Otros autores, además, aprovecharon este impulso para incluir en sus obras información sobre los países europeos situados en los extremos del continente, con los que se estaban intensificando las relaciones dado el nuevo papel que representaba España en el mapa geopolítico del mismo.

Fruto de ello fue el significativo aumento del interés por las letras y del número de personas letradas durante los siglos XVI y XVII que, a su vez, contribuyó al incremento de la cantidad de estudiantes en las universidades de España y también europeas. El descubrimiento de los nuevos territorios, distantes y provistos de riquezas, estimuló el afán de la Corona y de los eruditos del momento por registrar lo que sucedía allende los mares, pero también en los aledaños de la Europa más transitada, como era el caso de los relatos sobre las monarquías escandinavas o los viajes a Islandia y a tierras más septentrionales.

A pesar del escaso rastro literario que dejó el paso de los pueblos del norte en la producción literaria española, no podemos olvidar, sin embargo, que sí se conservan algunos vestigios del siglo XIII acerca de la influencia que tuvieron las letras y usos legales de la incipiente España en los países nórdicos. Un buen ejemplo de ello es la probable incidencia de Las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio en el espejo de príncipes noruego denominado Konungs skuggsjá (lit. “espejo del rey”), incidencia surgida de la relación entre las casas reales castellana y noruega durante la primera mitad del siglo XIII, fruto de la propuesta de matrimonio entre la princesa Cristina, hija de Hákon, y Felipe, hermano de Alfonso X4. Fue, además, durante el reinado de este rey castellano cuando creció la importancia que se concedía al origen godo de la monarquía hispánica, hasta el punto de que dicha relación fue incluida como parte fundamental en las grandes crónicas del momento, e. g. la Estoria de España (1271-1274)5. Además de los contactos de tipo político, también encontramos en nuestras fuentes otros intercambios de tipo espiritual promovidos por la creciente popularidad que alcanzó el Camino de Santiago en los países nórdicos, tal y como estudió Vicente Almazán a finales del siglo pasado. Almazán describe la peregrinación del rey noruego Sigurðr Jórsalafari, “el peregrino a Jerusalén”, en 1108 a tierras hispanas por mar y la posterior, en 1151, del también noruego Reginaldo III, apodado el santo; tras ellos, y ya por tierra, llegaron muchos otros, especialmente desde el sur de Dinamarca6.

Durante los siglos XIV y XV, el tema de la filiación germánica de la monarquía española parece que fue diluyéndose paulatinamente hasta que Alonso de Cartagena († 1456), en su obra Rerum in Hispania gestarum Chronicon, junto con algunos miembros de su escuela, como Rodrigo Sánchez de Arévalo († 1470), resucitaron la idea de la primacía del pueblo godo entre las naciones de Europa y, por ende, la del pueblo español, heredero directo de sus gestas. Estas ideas, como era de esperar, no gozaron de popularidad entre los representantes de los pueblos escandinavos en el concilio de Basilea (1431), al que asistió Cartagena, como tampoco entre los italianos, para quienes los godos no habían sido más que los destructores del Imperio romano7. A decir de los expertos, toda la historiografía española del siglo XV parece estar impregnada de la corriente neogoticista, que habría de tener algunos fieles continuadores en los siglos XVI y XVII de los que trataremos a continuación.

El siglo XVI: la irrupción de lo nórdico

El comienzo de este recorrido-búsqueda de la presencia de lo nórdico en la literatura española del siglo XVI comienza con una anécdota muy conocida, según la cual el monarca español Carlos V, por medio del canciller Granvella, em 1542 dirigió una misiva al líder campesino Nils Dacke, que se había alzado en armas contra el rey sueco Gustavo I, para recordarle el origen común de ambos pueblos, con las famosas palabras sumus et nos de gente Gothorum8. Tras esta declaración de intenciones y junto a las obras de calado histórico, mencionadas en el aparatado anterior, en el siglo XVI español florecieron asimismo una serie de nuevos géneros literarios más adecuados para informar sobre la historia y las tierras en las que vivían los descendientes de esos pueblos de los que nos confesábamos hermanos.

Entre estos nuevos géneros destacan las misceláneas, muy heterogéneas en sí mismas, en las que sus autores no buscaban la elaboración intelectual y formal de otro tipo de tratados, sino una sucesión de materiales curiosos, a veces chocantes, con el único objetivo de despertar el interés del lector y procurarle ese delectare tan subordinado al prodesse de otro tipo de géneros más complejos9. El descubrimiento y conquista de América, sus riquezas y sus criaturas maravillosas habían provocado una auténtica liberación de la fantasía y el surgimiento de una serie de tópicos hasta entonces poco presentes en la creación literaria de la España de la época. En las misceláneas tenían cabida, de manera un tanto abigarrada, relatos de viajes, curiosidades y mitos en los que solía predominar el elemento fantástico, con los que se brindaba al lector una visión de todas aquellas experiencias que solían situarse al margen de lo cotidiano10. Y era ahí precisamente, al margen de lo cotidiano, donde se encontraban todos aquellos pueblos que habitaban el extremo norte de Europa y a los que la distancia geográfica y el más profundo desconocimiento había cubierto con un halo de misterio11. A este respecto, es interesante insistir en que los autores de obras que trataban sobre las nuevas tierras de la corona de España, que en principio se podrían catalogar entre las de género histórico, optaron por incluir en ellas informaciones sobre los países nórdicos, que en la época se denominaban países septentrionales. Dada la inseguridad en la que se movían al hablar de pueblos tan distantes y exóticos, al hacer uso del recurso literario y retórico de la captatio benevolentiae, también intentaron alejarse de lo puramente histórico para admitir que su intención no era otra que la de hacer disfrutar a los lectores y patrones con sus historias. De este modo, el militar, etnógrafo y botánico Gonzalo Fernández de Oviedo († 1557) afirma en el proemio a su obra que, aparte de obedecer a su patrón, su objetivo, al describir las tierras americanas y las más septentrionales, no era otro que dar “noticia al mundo de muchas cosas que serán gratas a los oydos de los prudentes”12. Otros, como Francisco López de Gómara, afirma que la excelencia de su Historia General de las Indias de 1552 reside en que “es tan apacible cuanto nueva por la variedad de cosas, y tan notable como deleitosa por sus muchas extrañezas”13. A medida que nos alejamos de las exóticas tierras del Nuevo Mundo, aunque no del tema nórdico, las intenciones van mudando y autores como el vallisoletano Juan de Pineda (1520-1599) en el proemio a su obra Los treinta libros de la monarquía eclesiástica o Historia Universal, resalta la utilidad de su empeño para el pueblo español al afirmar: “[…] porque yo le he compuesto para utilidad de mi nación, en la qual muchos por no saber mas lenguas de la vulgar Española, viven muy ignorantes de cosas antiguas, o estranjeras, delas quales consta esta obra”14.

Un término intermedio entre el interés por lo exótico y por el bien del pueblo, lo encontramos en escritores no menos sesudos, como el fraile agustino Jerónimo Román y Zamora, que en su inmensa obra Repúblicas del mundo de 1595, en la que habla profusamente de las repúblicas septentrionales, se excusa por incluir bajo el epígrafe de “historia” temas que, en principio, son ajenos a dicha disciplina, y afirma:

Todo genero de letras es grato, pero aquel que trata de variedad es mas apacible, porque el ingenio humano como no pueda tener constancia en una cosa, recrease quando vee otra de que no tenia noticia. No creo que es ajeno de monge averme dado a tanta variedad de lection, debaxo de nombre de historia, pues solo este estilo de escribir pertenece solamente a los Ecclesiasticos […]15.

Como hemos podido observar tras este pequeño repaso, la presencia de los pueblos septentrionales en la historiografía española pasó de ser una justificación del esplendor y unidad política de la Península ibérica, a una cuestión de información general y placentera, fruto del exotismo con el que se consideraban en la época todos los países recién descubiertos.

Saxo Gramático y los hermanos Olao y Juan Magno

El conocido erudito sueco Olaus Magnus († 1557), conocido en España como Olao Magno, fue arzobispo católico de Uppsala, aunque nunca llegó a tomar posesión del cargo, y uno de los grandes eruditos de su tiempo. Vivió durante largos periodos de su vida en Alemania e Italia y viajó, dadas las obligaciones de su cargo, por casi toda Europa, especialmente por los países nórdicos y las ciudades hanseáticas. Era un buen conocedor de la literatura clásica y, debido a esos viajes, tenía contactos con un buen número de científicos y sabios europeos. Olao Magno fue autor de algunas de las obras más populares de la época, como la Carta marina (1539), surgida de un viaje en el que cartografió el norte de Suecia, Finlandia y el noroeste de Noruega entre los años 1518 y 1519. La Carta Marina era un gran mapa con el que, aparte de mostrar su patria al mundo, Olao pretendía enmendar los errores de los mapas de Tolomeo, así como poner en evidencia a sus correligionarios católicos todas las tierras que ahora dominaba el luteranismo16. Esta obra tuvo una repercusión enorme tanto en la Europa de la época como en España, donde no es difícil encontrar numerosas menciones laudatorias a la misma, como en el proemio del libro XXI de la Historia general y natural de las Indias, islas y tierra-firme del mar océano del ya mencionado capitán Gonzalo Fernández de Oviedo. En ella se afirma que los conocimientos sobre las tierras septentrionales se los debe “a las letras del muy doto varón Miçer Olao Gotho […] a cuya dotrina y persona acompaña la auctoridad del Reverendissimo Arçobispo Upsalense”17.

La segunda de sus obras, la Historia de Gentibus Septentrionalibus, fue publicada en 1555 y enseguida fue traducida a diversas lenguas europeas. Junto a la versión original en latín (de la que, al parecer, Olao Magno le envío una copia al rey Carlos V), también llegaron a España ediciones varias de la traducción italiana de 156518. Parece probado que sí que existió una traducción al castellano de la pluma del licenciado Lorenzo de San Pedro, aunque ésta no se hizo del original, sino del epítome de la obra de Olao que redactó Cornelius de Schryver, llamado Scribanus, en 1558. Apenas se conocen datos sobre el traductor y la fecha de traducción y los pocos sabidos se desprenden del estudio y edición de otra de sus obras, el Diálogo Filipino, probablemente compuesto alrededor de 158019.

Al igual que la Carta Marina, la popularidad de la Historia de Gentibus Septentrionalibus entre los eruditos españoles fue considerable, si nos atenemos a lo que Francisco López de Gómara, capellán de Hernán Cortés, cuenta en su Historia General de las Indias de 155220. En esta obra, además de una descripción muy conocida de Islandia, el eclesiástico soriano menciona tres veces a Olao, en una de las cuales llega a afirmar que lo llegó a conocer personalmente:

Sajo, gramático, y Olao, godo, arzobispo de Upsala (a quien yo conversé mucho tiempo en Bolonia y en Venecia), ponen por tierra muy poblada la Escandinavia, que agora llaman Suecia, la cual es septentrionalísima21.

Otra prueba de la importancia que tuvo la obra en la España del momento puede encontrarse en los inventarios de las bibliotecas de nobles y estudiosos españoles del Siglo de Oro, en los que en época temprana ya consta el libro de Olao, especialmente en su traducción italiana, Historia delle genti et delle cose settentrionali22. Esta versión es la que atesoraba tanto el marqués de Astorga, Alonso Osorio († 1592)23 o el famoso doctor y profesor de medicina vallisoletano D. Francisco Martínez Polo († 1618) entre otros24, aunque también nos consta que existían copias del original latino en la biblioteca de Francisco Arias Dávila y Bobadilla, conde de Puñonrostro († 1610)25.

Muy diferente a las obras de Oviedo y Gómara es la del leonés Antonio de Torquemada, titulada Jardín de flores curiosas, publicada en 1570, y que pronto se convirtió en una de las misceláneas más notorias del siglo XVI26. En sus seis “tratadillos”, como él los denomina, se intentaba abarcar, en forma de diálogo, un buen número de temas y discusiones “sobre algunas materias de humanidad, philosophia, theologia y geographia con otras cosas curiosas, y apacibles”, como reza el subtítulo del libro27. En los dos últimos tratados abandona Torquemada la sugerente mezcla de curiosidades, observaciones de fenómenos naturales fuera de lo común y consideraciones de tipo filosófico, para centrarse en la descripción geográfica, etnográfica e histórica de las tierras septentrionales, es decir, de los países nórdicos y las regiones subárticas. Al principio del sexto tratado, el titulado “En que se dicen algunas cosas que ay en las tierras septentrionales dignas de admiración, de que en éstas no se tienen noticia”, ya se nos mencionan las fuentes en las que Torquemada ha basado sus afirmaciones cuando dice:

Y la primera es que los hombres de estas tierras por la mayor parte son de muy grandes estaturas, bien proporcionados y hermosos de rostros, y entre ellos hay muchos gigantes de demasiada grandeza, y cuanto más entraren en la tierra adentro dicen que se hallarán mayores. De éstos hacen mención Saxo Gramático y Olao Magno, y principalmente de uno que se llamó Arteno, y otro, Estarchatero28.

En la dependencia respecto al prelado upsaliense, admitida por el propio autor en múltiples ocasiones, hemos encontrado especialmente interesante el hecho que también Saxo Gramático aparezca en la obra del español, como cuando trata del legendario Ragnarr Loðbrók, a quien llama Regnero o Regumero, y cuya historia parafrasea del propio Saxo:

Y así, cuenta Juan Saxo Gramático que un rey de Dacia, llamado Regumero, se determinó de sojuzgar a los Biarmenses, y que fue con muy grande y copioso ejército a entrar en aquella tierra; lo cual sabido por los de la provincia, comenzaron a defenderse con encantamentos, haciendo venir tan grandes tempestades, vientos y aguas, que los ríos no consentían vadearse ni navegarse, con la gran furia que

Y decimos interesante, porque en algunos párrafos parece que las citas están tomadas directamente de las Gesta Danorum, ya que contienen más información que la que incluye Olao Magno. Junto a Saxo Gramático, la figura del hermano de Olao, Juan, y su obra Historia de omnibus Gothorum Sueonumque regibus es otra de las constantes a lo largo de su tratado29. La obra de Juan, a diferencia de la de Olao, no es únicamente un tratado historiográfico para exaltar las hazañas de sus antepasados godos, sino también una especie de espejo de reyes y, lo que es más importante, un texto polémico de sesgo religioso por su crítica a la “herejía protestante” que se había asentado en Suecia para quedarse. En muchos capítulos, Juan Magno emplea como fuente a autores clásicos como Jordanes, pero principalmente a Saxo Gramático, lo que no ha de sorprendernos si tenemos en cuenta que la editio princeps de las Gesta fue publicada en París en 1514 y tuvo un enorme impacto en los países nórdicos. Todo parece indicar, asimismo, que muy poco después ya existía una copia en España, si nos atenemos al inventario de la biblioteca de la noble y erudita humanista Mencía de Mendoza y Fonseca (†1554)30.

En la obra de Torquemada no sólo se tratan temas desde una perspectiva histórica, sino también desde otras más comprometidas, como la religiosa, a pesar del control que ejercía la Inquisición sobre la literatura del momento. Al tratar de los dioses del panteón pagano nórdico, por ejemplo, Torquemada opta por seguir las tradiciones eveméricas31, que ya encontramos en Saxo Gramático y que por supuesto transcendieron la obra de los hermanos Magno. Para Saxo, los dioses eran personas mortales con fuerzas sobrenaturales o con poderes mágicos, que con el tiempo fueron tenidos como dioses. Un ejemplo de ello lo tenemos en la descripción del dios Odín, que casi traduce literalmente de Olao Magno:

Othino, que era tenido por el mayor de todos los nigrománticos, trajo a Hadingo, rey de Dania, a su reino, de donde estaba desterrado en tierras muy apartadas y remotas, y ambos vinieron en un caballo caminando sobre las aguas de la mar, y dio orden cómo fuese restituido y recibido de los suyos; y en una batalla que tuvo con Haquino, rey de Noruega, hizo venir este Othino con tanto granizo una nube, el cual daba con tan gran fuerza en los rostros de los enemigos, que fácilmente fueron desbaratados y huyeron32.

La importancia de los hermanos Magno en la obra de Torquemada ya está recogida en estudios actuales como el de Mateo Ballester Rodríguez, cuyo excelente trabajo sobre la presencia del mundo escandinavo en la España de los Austria, y la omnipresencia de los suecos en la historiografía del Siglo de Oro, es de obligada lectura. En algo se equivoca, sin embargo, Ballester Rodríguez cuando afirma que la de Torquemada es “la única obra editada en la Península en el siglo XVI que dedica una atención tan central a las tierras nórdicas”33. De la misma época, solo entregada a la imprenta cinco años después, contamos asimismo con la obra del mencionado fraile agustino Jerónimo Román y Zamora, que lleva por título Repúblicas del mundo y contiene un capítulo muy extenso sobre lo que él denomina la “República septentrional”34. La enciclopédica obra del agustino destaca por su carácter universalista y por un afán casi desmedido en citar sus fuentes, que en total suman más de quinientas. El hilo conductor de tan grande empeño parece encontrarse en el interés de Román y Zamora por mostrar comportamientos políticos y religiosos exóticos, fruto de lo cual contamos con el capítulo sobre los países nórdicos. La obra fue en principio rechazada por la Inquisición en 1575, hasta que finalmente fue publicada en 1595. El motivo de tal rechazo no se basó en toda la información recogida sobre dioses, rituales y sacrificios de los pueblos “bárbaros”, sino en la visión deshonrosa que se vislumbraba en la obra sobre los primeros conquistadores y sobre la legitimidad del poder español en el Nuevo Mundo, lo que habla bien a las claras sobre la importancia de la construcción de la identidad en la España del momento.

Entre sus muchas fuentes, las contenidas en el capítulo sobre las repúblicas septentrionales muestran el papel esencial que el arzobispo de Uppsala y su hermano historiador representaron en la confección de la obra35. El libro dedicado a las repúblicas menores, entre ellas la septentrional, comienza con disquisiciones de carácter histórico y geográfico, basadas principalmente en autores clásicos como Procopio o Estrabón, pero también en Iordano (Jordanes). Al hablar de las creencias de los pueblos primigenios del Norte empieza hablando sobre su primer rey y fundador, el bíblico Magoc (Magog), sobre el culto a los fenómenos naturales, a las serpientes y al fuego, para pasar después a Juan Magno y su versión de los inicios de la conversión de esos pueblos al cristianismo, primero de manos del monje Herberto enviado por Carlomagno, y después del llamado apóstol del norte, san Ansgario.

Al igual que Torquemada, también Román y Zamora cree necesario incluir numerosas noticias sobre los dioses de la religión nórdica precristiana, basadas íntegramente en el tratado de Olao Magno, como cuando nos dice:

Tenian tres díoses mayores y de mucha auctoridad. El vno era lupiter y llamauanlo ellos Thor. El otro era Mars, y en su lengua se dézia Odhen. El tercero éra la diosa Venus, y llamauanla ellos Erigga. El lupíter estaua en vn templo sumptuosisimo riberas del rio Sala adonde oy es la ciudad Metropolitana de aquel reyno, que fe llama Vpfal, adónde cita el primado. Fundose este templo en tiempo de Nino y oy ay rastro de su gran riqueza y hermosura […] Iuan Magno y Olao Magno que escriuieron muchas destas cosas interpretan que este era Iupiter, y parecen yr bien guiados, porque de sus escrítos se puede creer que este era el mayor dios que todas las otras gentes (agenas del conocimiento de Dios) tuvieron36.

En clave evemérica continúan hablando de otros tres dioses menores, aunque sólo citan a dos de nombre Froe y Methotin, omitiendo la lista, contenida en el original, que estaba encabezada por Vagnosthus, Hadingus, etc… Methotin no figura en las Gesta hammaburgensis ecclesiae pontificum de Adam de Bremen, una de las fuentes principales sobre el tema, aunque sí que lo hace en el libro I de las Gesta Danorum de Saxo. En esta última se basa Olao, que lo presenta huyendo a Finlandia tras a la llegada del verdadero Odín, donde fue asesinado por sus habitantes. Esto se dice en la República Septentrional sobre los dioses menores:

[…] Tenian asi mesmo otros tres dioses menores, porque el demonio les auia persuadido a que auia diuersidad de dioses, porque de aquella manera los obligase a hacer sacrificios diferentes […] Estos tres dioses más fueron sacerdotes que dioses, pero por auer sido famosos los colocaron y honraron con loores divinos. Estos fueron los primeros q persuadieron a la gente el hazer sacrificios por lo qual creyeron grandes cosas dellos pues por medio delas hostias y animales sacrificados alcanzauan lo que pedian. […] El vno destos se llamaua Methotin, este fue vn gran nigromántico y hechizero […]. EI segundo Dios de los menores llamado Froe, este hallo otros sacrificios mas moderados y ordeno q de noche fuesen hechas solemnidades y ofrendas a imitación dé los Roínanos, quando sacrificauan a Ceres y a Pluton37.

Román y Zamora también mencionan a Saxo en relación con el tema de las mujeres guerreras de los pueblos septentrionales, aunque sólo para afirmar que no quiere meterse “en cosa tan sabida” y que quien quiera saber más, “lea a Saxo Gramatico, Juan Magno y Olao Magno”.

Además de Román y Zamora contamos con la vastísima obra del franciscano vallisoletano Juan de Pineda (1520-1599), titulada Los treinta libros de la monarquía eclesiástica o Historia Universal. El último de estos libros, que consta de más de cuarenta folios, recorre la historia del “pueblo godo” desde que Bericon, decimocuarto rey de los godos, salió de Gothia y al que Pineda sitúa en la isla Escandinava38, hasta los reyes de la primera mitad del siglo XVI. Tras una pequeña introducción, Pineda revela sus dos principales fuentes, Saxo Gramático y especialmente Juan Magno, a quien en la segunda parte de su obra ya se había referido como “nuestro Juan Magno Godo”. Con él coincidía en el origen bíblico de las tribus septentrionales godas en la persona de Magog, nieto de Noé. Sobre sus fuentes afirma Pineda:

Iuan Magno, Arçobispo de Vpsalia, Metropolis de Suecia, provincia principal del reino Gothico, es el que lleva a hecho lo poco que ay que decir desta gente memorable […] y Saxo Gramatico, natural de Dania tiene que reino en Inglaterra y que de su nombre Angulo se llamaron los de la tierra Anglos39.

Lo destacable de la relación de Pineda con Saxo y Juan Magno es su interés por dejar en claro quién es responsable de lo que se recoge en cada capítulo, hasta el extremo de especificar entre paréntesis la fuente original, como cuando dice “Introduze Saxo (dize Magno)”. En otras ocasiones, y ante versiones contradictorias, reconoce la diferencia de opinión entre ambos. Así, al hablar de una famosa batalla entre suecos y daneses y la representación de ambos ejércitos, afirma “Digo q Saxo cuenta de muy otra manera esto”40. Pineda incluso comenta los pequeños ajustes de cuentas literarios entre el sueco Juan y Saxo el danés, al contar el episodio del sometimiento de los daneses a los godos (suecos) en época de Adulfo: “y mucho se maravilla Juan Magno de aver callado Saxo Gramatico este descaymiento de su tierra”41. No son pocas las veces que se “alía” con el sueco en contra de Saxo cuando este afirma que tal o cual escuadra constaba de miles de navíos, ante lo que el medinense responde:

Yo con Iuan Magno no creo aver sido tanta multitud, aunque creo que aya sido muy grande, o cuando más adelante afirma, muchas cosas escriuio Saxo en su Historia Danica, que aun para los de Gula se tuuieran mas por mentiras que por encarecimientos42.

Pineda incluye la historia de las monarquías escandinavas hasta la primera mitad del siglo XVI, incluyendo detalles geográficos, etnográficos, históricos, legendarios y mitológicos, sacados principalmente de Saxo, y en los que el dios Odín (Othino) aparece profusamente, bien como hechicero, bien como dios. Olao Magno, como era de esperar, no está completamente ausente de la discusión, ya que aparece al final de la obra como el autor del párrafo en el que se enumeran las treinta y seis tribus diferentes de las naciones septentrionales. La obra termina con dos tablas de los reyes de Dinamarca y Noruega tomadas, según reconoce Pineda, del relato del historiador alemán Albert Krantz (Alberto Crantzio), autor de la Chronica regnorum aquilonarium Daniae, Sueciae, et Noruagiae de 1546, que tampoco era desconocido entre los historiadores españoles de la época43.

El siglo XVII

Tal y como venimos afirmando, el siglo XVI fue el de los grandes descubrimientos, época en la cual geógrafos y cartógrafos como Olao Magno intentaron dar a conocer la existencia y las peculiaridades de aquellos países situados en los extremos del mundo conocido, que habitualmente solían quedar al margen de los intereses de autores de tiempos pasados. A finales del siglo XVI, los relatos de viajes contados de primera mano por los propios protagonistas, o en versiones y traducciones hechas por cronistas y eclesiásticos, contribuyeron aún más a acercar al lector los usos y costumbres de aquellas regiones remotas y de nombres dificultosos, como las describía Román y Zamora44. Con el paso del tiempo, y una vez que se habían obtenido, gracias a la pluma de nuestros autores, ciertas certezas geográficas y etnográficas sobre dichos pueblos, la presencia de estos fue menguando a la vez que cambiaban los intereses literarios de los eruditos del momento.

El siglo XVII español fue una época de grandes paradojas, fruto de la inestabilidad política, la creciente censura y las diferencias de clase propiciadas por las ingentes riquezas procedentes del Nuevo Mundo. Las obras historiográficas del momento seguían interesadas en describir enormes espacios y en narrar historias globales sobre todas las edades desde la creación del mundo, aunque esta vez se ponía especial énfasis en la religión y en la importancia de las monarquías católicas para el devenir de los países de la Europa menos lejana. Incluso las misceláneas más conocidas de este siglo parecen haberse olvidado de las tierras del norte, como es el caso de las Cartas filológicas de Francisco Cascales de 1634 o la Curiosa Philosophia de Juan Eusebio Nieremberg de 1649, por poner algún ejemplo.

Debido a ello, la presencia de Escandinavia en algunas de las obras de esta primera mitad del siglo estaba caracterizada por una actitud más indiferente, algo menos “amistosa”, y determinada de algún modo por aspectos políticos, militares y religiosos. Dicho esto, no podemos obviar que en la época seguían existiendo autores interesados en fortalecer los vínculos con las monarquías escandinavas. Entre los más notables contamos con Diego Saavedra Fajardo y su muy discutida Corona Gótica, castellana, y austriaca de 1646, con la que pretendía despertar la complicidad de la monarquía sueca en su intento de propiciar una alianza española con la corona de ese país mediante el matrimonio de la reina Cristina con Felipe IV45. En la misma línea debemos enmarcar los esfuerzos de Bernardino de Rebolledo por conseguir los apoyos del reino danés para la causa española, una vez que fue nombrado enviado plenipotenciario a Dinamarca en 1647. Su obra de 1655, Selvas dánicas, contiene un buscado equilibrio entre el interés genealógico e histórico y el alarde de conocimientos geográficos y de ciencia muy en línea con la corriente ilustrada posterior46. Lo interesante para este estudio es que su periplo por la historia de los reyes de Dinamarca tiene su modelo en las Gesta Danorum de Saxo Gramático, aunque aplicando el tamiz del credo católico para resaltar a los reyes que más importancia tuvieron en la historia danesa, con lo que en cierto modo traicionó la exposición más legendaria y mitológica de Saxo47. Del hecho de que Rebolledo conocía la obra de los hermanos Magno, o la del alemán Alberto Crantzio, mencionado más arriba, puede encontrarse evidencia en una de sus textos poéticos, Ocios. En un terceto contenido en la primera parte de dicha obra dice Rebolledo:

Dan los Magnos de Gotia relaciones,

Saxo, Huitfeld, Menesio las de Dania

Crancio de las demás fieras naciones48.

Pero no todos los intelectuales compartían la opinión tan positiva de Rebolledo y Saavedra Fajardo acerca del norte, como se desprende tanto de la obra de Juan de Palafox de 1631, Diálogo político del estado de Alemania y comparación de España con las demás naciones, como de la de Juan de Salazar, Política española, de 1616. En esta última, tal y como nos recuerda Mateo Ballester Rodríguez, Salazar se muestra muy en contra de las alianzas con los pueblos del norte de Europa al afirmar que, de estos, España solo podría recibir perjuicios ya que eran “en religión diversos y disputando entre sí nuevos puntos de sus sectas y herejías […] y siendo tan distantes en sitio, clima y costumbres”49.

Aunque las campañas militares contra suecos y daneses sirvieron para acercar la realidad de Escandinavia al público español del siglo XVII, en muchos casos para hacer escarnio de la falta de carácter de sus habitantes, también puede decirse que contribuyeron a mantener esa aura de singularidad y originalidad de la que había disfrutado en sus primeros encuentros. Un buen ejemplo de ello lo tenemos en la obra de Miguel de Cervantes Los trabajos de Persiles y Sigismunda de 1617, que por razones obvias sólo mencionamos de pasada. En ella ahonda Cervantes en la excepcionalidad y exotismo de las tierras nórdicas y, entre ellas, las de la última Tule/Tile, donde decide situar parte de la acción de su novela50. Si Cervantes tuvo acceso a la obra de Olao Magno en italiano, a la traducción al español mencionada, o a otra de mano de D. Diego López de Zúñiga, todavía no encontrada, es algo que, de momento, pertenece al campo de la pura especulación51.

A medida que nos alejamos de la ficción, sin embargo, la presencia de lo nórdico en las crónicas más populares del momento y, por ende, de los hermanos Magno y Saxo Gramático, perdió notoriedad, aunque no desapareció del todo. Prueba de ello la tenemos en tratados como el Tesoro de la Lengua Castellana o Española, compuesto por Sebastián de Covarrubias Orozco en el que se cita a Juan Magno en la entrada “Godo”, pero aclarando que esta información se debe a la obra de Juan de Pineda sobre la “República septentrional”, arriba mencionada52.

En el género de las crónicas tampoco se han olvidado de los prelados suecos, como es el caso de la Chronica Universal de todas las naciones y tiempos compuesta por fray Alonso Maldonado en 1624. En esta ya se critica la poca pericia filológica de Juan Magno al hacer derivar el nombre del pueblo godo de la narración del antiguo testamento sobre Magog, además de que se prefiere al alemán Alberto Crantzio como fuente para todo lo concerniente a los reinos escandinavos. En los Anales cronologicos del mundo de Martín Carrillo, escrito en 1634, vuelve a tratarse de manera superficial la muerte del rey san Olaf de Noruega, Óláfr II Haraldsson, aunque se recogen pocas noticias más, y como fuentes sólo se menciona una vez a Juan Olaus Gotho, junto a otros autores clásicos53. También en obras de un género muy popular en Italia, como lo fue el de los tratados mitológicos clásicos, de donde llegó a España, hemos encontrado referencias a Olao. En el Teatro de los dioses de la gentilidad de Baltasar de Vitoria, autor castellano que publicó su manual en dos partes, la primera en 1620 y la segunda en 1623, el nombre de Olao está presente en las discusiones sobre las ballenas, en el capítulo sobre el dios Neptuno, así como cuando habla sobre la costumbre de colgar a los sacrificados de los árboles, posiblemente haciendo referencia explícita a los del templo de Upsala que el sueco discute en su obra.

En El entretenido, obra del género de las misceláneas escrita por Antonio Sánchez Tórtoles en 1673, su autor combina curiosidades, artículos divulgativos y poesías sobre un sinfín de temas. También la geografía de los países septentrionales y su clima tienen su pequeño hueco y allí aparece Olao Magno en un par de ocasiones54. El carmelita gaditano Gerónimo de la Concepción escribió su Emporio del orbe, Cádiz ilustrada en 1690 y allí trata, además de sobre muchas materias locales, sobre las navegaciones antiguas de lo que él llama la zona frígida Aquilonar citando como fuente a Olao Magno, pero también la obra de Francisco Gómara de la que hablamos antes55.

Los siglos XVIII y XIX

El siglo XVIII español fue una época de convulsiones políticas y cambios sociales que contribuyeron a que las obras de corte erudito y las nuevas corrientes de pensamiento europeo, especialmente provenientes de Francia, encontraran un caldo de cultivo adecuado para su desarrollo. Durante este siglo surgieron las primeras publicaciones periódicas en castellano, como el Diario Noticioso, o el Diario de los literatos de España, se fundaron asimismo la Biblioteca Nacional (1712), la Reales Academias de la Lengua (1713) y la de la Historia (1735) y se crearon Sociedades de Amigos del país por doquier, lo que da buena prueba de los intentos por mejorar las ciencias y las artes en la España de los primeros monarcas Borbones.

La literatura de entretenimiento y misceláneas, de las que tratamos antes, dejó paso a una prosa más didáctica que criticaba el atraso de las ciencias y de la educación en el que estaba sumido el país, de ahí que autores como José Cadalso afilaran sus plumas contra lo que denominaba “erudición de miscelánea”. Este fue el siglo de las enciclopedias francesas, la de Diderot y d’Alembert Encyclopédie, ou Dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers (1751-1766) y la que habría de superarla, la Encyclopédie méthodique (1782-1832) de Panckoucke, que pronto serían traducidas al castellano.

También fue el siglo de la literatura de viajes, en la que incluimos algunos subgéneros como los diarios epistolares que habrían de servir como fuentes para obras de más enjundia, como algunos capítulos de los siete tomos de Dell’origine, progressi e stato attuale d’ogni letteratura del jesuita expulso español Juan Andrés y Morell (1714-1817). Dicha obra, de la que hemos tratado en otro estudio56, fue escrita originalmente en italiano entre los años 1782 y 1799 y traducida al castellano entre 1784-1806. Con ella, ya desde su exilio obligado en Italia57, intentó Andrés superar la tradición enciclopedista francesa ofreciendo una nueva manera de estudio de lo literario desde una perspectiva esencialmente histórica. Su afán universalista le llevó a dedicar un extenso capítulo a lo que él denominaba como “literatura septentrional”, para lo cual recurrió a fuentes en latín y francés de autores consagrados como Wormio, Wettersten, Mallet o Troil58. Sus opiniones sobre la literatura septentrional oscilan entre la indiferencia y el elogio, como cuando al hablar de la poesía escáldica afirma: “Si quisiéramos examinar el gusto y la índole de la poesía septentrional, no la encontraríamos más perfecta ni más digna de alabanza”, aunque poco antes se refirió a la Edda en los siguientes términos:

El poco mérito de aquella poesía, y la naturaleza de nuestra obra nos dispensa de hablar con mucha particularidad de esta materia, y nos contentamos con decir alguna cosa para satisfacer la curiosidad de nuestros lectores59.

La enorme importancia de Andrés en este recorrido radica en su intención de presentar la primera visión de conjunto en castellano sobre la literatura nórdica antigua. Para ello no duda en reelaborar y parafrasear sus fuentes, especialmente las opiniones del lingüista sueco Johann Ihre, contenidas en el libro de viaje de Uno von Troil titulado Lettres sur l´Islande (1777). Aunque no puede afirmarse que su independencia de criterio sea similar a la que mostró al hablar de literaturas más transitadas, sí podemos resaltar, sin embargo, que Andrés supo aplicar su muy alabada reflexión filológica a la discusión sobre la rareza y las excelencias de dicha literatura, o a aclarar los puntos más polémicos sobre su origen.

Volviendo a la España de finales del XVIII, nos encontramos con las primeras traducciones de las enciclopedias francesas. Los doce tomos traducidos entre 1788 y 1794 de la Encyclopédie méthodique respondían al interés del lector español por obras que sintetizaran todos los conocimientos de la época y en todas las disciplinas. Cada tomo fue encargado a un traductor especializado, algunos de los cuales, como el escolapio Luis Mínguez, no sin razón, combatieron en sus traducciones el egocentrismo cultural francés y defendieron la cultura y literatura patria de los ataques contenidos en el original.

Los que nos interesan para nuestro estudio son los tomos dedicados a la Geografía moderna, especialmente el segundo, traducido por Juan Arribas y Soria y Juan de Velasco en 179260. En la entrada dedicada a Islandia en este tomo, encontramos la primera traducción al castellano, casi completa, de uno de los poemas de la Edda Mayor, el Hávamál (que, siguiendo al autor francés, el traductor señala como “discurso sublime”) y en el que está contenida “la moral de Odín que según se dice la había traído de la Scytia, su patria, cuando vino a hacer la conquista de los países del norte de Europa”61. En las cinco páginas a doble columna de la entrada se nos ofrece, además, todo tipo de información sobre su historia, su lengua, su literatura, etc. En cuanto a las excelencias de la traducción, basten algunos ejemplos para poner de relieve que no siempre se llevó a cabo con el mayor de los cuidados, como se desprende de la comparación de algunos breves párrafos en ambas versiones:

Un seigneur norwégien nommé Ingolphe s´etant mis á la téte de plusieurs de ses compatriotas, mecontents, comme lui, de la tyrannie de Harald roi de Norwége (p. 74)

Habiéndose puesto un señor hanoveriano llamado Ingolphe, a la cabeza de muchos de sus compatriotas, descontentos como él, de la tiranía de Heraldo rey de Noruega... (p. 415)

M Mallet, professeur de Belles-Letres francoises á Coppenhague, a publié en 1756, une traduction francoise de l´Edda des Islandois (p. 75)

Mr. Mallet, profesor de las bellas artes francesas en Copenhague, publicó en 1766 una traducción francesa de la Edda de los Islandeses (p. 416)

L´Edda parle enfuite d´un tems appelé ragnarokur, ou le crépuscule des dieux (p. 76)

La Edda habla después de un tiempo llamado ragnarokur, o el escrúpulo de los dioses (p. 417)

Y para concluir este breve recorrido por el siglo XVIII y dar comienzo al XVIII, no podemos dejar de mencionar los seis volúmenes del Catálogo de las lenguas de las naciones conocidas, y numeración, división, y clases de éstas según la diversidad de sus idiomas y dialectos 62 del también jesuita expulso conquense, exiliado en Italia, Lorenzo Hervás y Panduro (1735-1809). Aunque dicho texto fue publicado entre los años 1800-1805, su origen lo encontramos en su vasta obra, originalmente publicada en italiano, Idea dell’Universo, si bien la versión en castellano superó y aumentó ostensiblemente, la información contenida en ella63. En el Catálogo clasificó Hervás más de trescientas lenguas con numerosos detalles acerca del origen y parentesco entre ellas por medio del método de la comparación lingüística. Hervás era de la opinión de que, al estudiar la historia de las lenguas a través de sus gramáticas, con ello también obtenemos conocimientos sobre la historia de los pueblos que las hablan.

El primer volumen del Catálogo, publicado en 1800, dedicado a las lenguas y naciones americanas y más precisamente a la discusión sobre Groenlandia, es donde más datos encontramos sobre las peculiaridades de la lengua hablada por los pobladores de aquella isla, junto con algunas disquisiciones sobre Islandia y sus primeros pobladores, así como sobre las fuentes utilizadas:

Los groenlandios no recibieron de los islandeses su lengua; porque la Groenlandia y la América septentrional fueron pobladas antes que Islandia. Esto consta claramente, porque Indulfo, que en el año 870 llegó a Islandia, no encontró en esta, hombre, ni mujer alguna, ni vestigio de habitación, como dice Torfeo en el libro II de la parte II de la Historia de Noruega64.

Especialmente en el volumen segundo del Catálogo pueden leerse interesantes reflexiones sobre el origen de los pueblos y las lenguas nórdicas. Entre las fuentes utilizadas para el artículo II, titulado “Nombre, Número y carácter de las principales naciones teutónicas que destruyeron el Imperio Romano” encontramos nombres habituales como Wormio, Mallet, Kranz (Alberto Crantzio) o el propio Saxo Gramático, a quien se cita para comentar la opinión de que la antigua lengua teutónica en ningún otro sitio se conserva tan pura como en Islandia donde, además, “también han acostumbrado conservar incorruptas las relaciones de los hechos antiguos de los septentrionales, como con elogio se dice por Saxon Gramático”65.

Continuando su disquisición sobre los orígenes de las lenguas septentrionales afirma Hervás:

Arngrimo Jonás en el capítulo III de su obra, intitulada Crimogea, dice: “la lengua que se habla ya de Noruega, y ya de Dinamarca, es la antiquísima gótica que usaron las gentes septentrionales y también se usó en Inglaterra, Escocia e Irlanda. Sabemos que en Inglaterra hasta los tiempos de Guillermo el Bastardo se usó la lengua de Noruega. En el principio del capítulo 1.º de nuestro Edda se dice que la lengua antigua o dinamarquesa, que aun se usa en Islandia, vino de Asia… después que Odín llevó sus colonias por Saxonia, Cimbria, Suecia y Noruega… Por esto la lengua asiática se hizo común en los países septentrionales… Hasta aquí el Edda. Sin remontar a la a antigüedad, prosigue Wormio, basta que cotejemos las palabras teutónicas del año 842 con las dinamarquesas y alemanas66.

Entrado el siglo XIX nos alejamos de España para comentar la obra de dos eruditos que, en la década de los años 40 de ese siglo y antes de la primera traducción completa de las Eddas en 1856, a cargo del excéntrico cántabro Ángel de los Ríos, contribuyeron a la difusión de la literatura nórdica entre los hispanohablantes. El primero de ellos, el venezolano Andrés Bello (1781-1865), si bien no puede considerarse un experto en las literaturas del norte de Europa, en su Influencia de la poesía germánica en el romance (1843) dejo algunas breves pinceladas, aunque muy bien fundadas, sobre la poesía escáldica, sus características, el uso de las complicadas kenningar, así como su preeminencia entre las poesías germánicas antiguas. Sus casi dos décadas de misión diplomática en Londres, aparte de minar su salud, también hicieron posible que tuviera acceso a los escritos de los principales estudiosos sobre la literatura nórdica antigua, como la Preliminary Dissertation on the History and Literature of Iceland (1812) de Henry Holland o la Antiquitates danicae de Olao Wormio, a quien cita a propósito de la importancia de las sagas islandesas como documentos históricos de primer orden. Al hablar de los poemas recitados por poetas-guerreros moribundos, el Biarkamal del vikingo Regner Lobroch o el drottghaet de Jocull (así en el original), afirma Bello:

Pudieran citarse otros hechos de la misma especie. Pero todo reposa sobre la autoridad de las antiguas sagas islándicas y escandinavas que como documentos históricos no rayan más alto que las antiguas gestas y romances del sur67.

Dado que la obra de Andrés Bello ya es conocida y admirada por otras razones ajenas al estudio de lo nórdico, no nos extenderemos en hablar de ella y nos desplazaremos a Cuba donde, por esa misma época, descollaba la figura de Antonio Bachiller Morales (1812-1889), historiador y americanista, quien en 1845 publica su Antigüedades Americanas con el subtítulo “Noticias que tuvieron los europeos de la América antes del descubrimiento de Colón”. Esta obra es una amalgama de materiales entre los que destaca la traducción al castellano, desde el francés, de un capítulo contenido en la obra de 1837 Antiquitates Americanae del historiador danés Carl Christian Rafn68, tal y como menciona Bachiller en la introducción a su libro:

Empezaremos por traducir de la segunda edición hecha en Copenhague en 1843 la Memoria sobre el descubrimiento de América en el siglo X por Cárlos Cristiano Rafn, con las notas necesarias y en el menor número posible; continuando con una disertación en que además de que espondremos los trabajos posteriores de la Sociedad, reuniremos otros datos que aun hacen presumir que antes del siglo X tuvieron los europeos noticia de América69.

El historiador danés, antes de ofrecer en versión trilingüe (antiguo islandés, danés y latín) las denominadas “Sagas de Vinlandia”, La saga de los groenlandeses y la Saga de Erik el Rojo, había incluido un resumen de su obra en inglés, el denominado America discovered by the Scandinavians in the tenth century: An abstract of the historical evidence contained in this work, que es precisamente lo que Bachiller decide incluir en su obra.

Después del resumen de la obra de Rafn, Bachiller Morales expone los objetivos preferentes de la Sociedad de Anticuarios a la que pertenecía al afirmar:

Es pues, uno de los objetos preferentes de la Sociedad de Anticuarios, ocuparse del examen y publicación de todos los datos que contribuirán a devolver a sus mayores, los escandinavos, la gloria del descubrimiento de la América en el siglo X70.

Tras ello pasa a enumerar multitud de ensayos y artículos, no siempre eruditos, provenientes de todo el mundo, además de descubrimientos arqueológicos, aportando nombre de autores que habrían de probar la “nordicidad” de las tierras americanas:

El Doctor Lund de Lagoa Santa del Brasil, pone en conocimiento de la Sociedad, que hacía mucho tiempo que en la parte interior de la provincia de Bahia se hallaba una gran ciudad abandonada de muy antigua construcción, y cuyos edificios son de piedras labradas. El informe o relación se encuentra en un periódico de Río de Janeiro, establecido por el Instituto histórico Brasileño. El profesor Schuck, miembro de este, presume que los indicios que encuentra en la obra, así como por las inscripciones que acompaña, que la ciudad encontrada corresponde al tiempo en que residieron allí los antiguos escandinavos. Respecto a este particular, llama sobremanera la atención del informante la presencia de una estatua humana de piedra, cuyo brazo estendido hacia el norte señala a este punto con el dedo índice71.

En esta segunda parte, como se desprende de este párrafo, encontramos una mezcla de ciencia y especulación, que por otra parte era muy habitual en los escritos eruditos de aquellos tiempos. Bachiller acude a fuentes sólidas como a Rafn y al “eruditísimo y no bien alabado Lorenzo de Hervás”, de quien hemos hablado, junto a otras menos fiables. En el capítulo posterior, titulado Tradición de los viajes de los escandinavos, retoma Bachiller un registro menos especulativo y hace un recorrido por los primeros viajes a Islandia, datándolos según la obra de Arngrimo Jonas e incluso cita a Mallet al hablar de la devastación de Inglaterra por las expediciones vikingas

La última parte del estudio contiene asimismo una traducción del capítulo sobre Vinlandia contenido en la obra de Mallet, Historie de Dannemarc de 1755, lo que habla bien a las claras de la excepcionalidad de la obra de Bachiller en el contexto de los países de habla hispana:

En el estracto del Mr. Mallet hay muy leves variaciones de lo que se ha leído en la memoria anterior; pero lo que contenía la relación era poco y trunco, como atinadamente dice el prospecto antes citado. No obstante, el ilustre historiador de Dinamarca agrega al estracto razones y autoridades para probar que Vinlandia era Trerranova. Traduciremos para que pueda compararse con el trabajo de Mr Rafn, dicho estracto testualmente72.

Conclusión

A modo de conclusión, y como se desprende de este pequeño itinerario por algunas de las obras más representativas de la España de los siglos XVI a XIX, la presencia de escritores escandinavos en dichas obras sirvió a un doble objetivo; en sus orígenes se pretendía defender la vigencia ideológica del origen de la monarquía hispánica en un pasado idealizado de las tribus godas para con ello contribuir al proceso de construcción del mito étnico español y la legitimación de sus monarcas.

En los siglos posteriores, y gracias a su inclusión en tratados históricos y también en misceláneas de diferentes tipos, los países nórdicos fueron adquiriendo una existencia más real en el imaginario de los lectores españoles. Su geografía, su religión y su historia, tan alejadas de lo que era considerado habitual en la época, fueron incluyéndose en la temática de obras literarias de las plumas más importantes del país. Poco a poco, condicionantes políticos como la participación de Dinamarca y Suecia en la Guerra de los Treinta Años y la propia evolución de los gustos literarios españoles contribuyeron a una caracterización negativa de los pueblos nórdicos y, durante décadas, a su completo olvido. Tras la expulsión de los jesuitas y su destierro en Italia, los miembros más sobresalientes de la orden (Andrés, Hervás y otros) encontraron en suelo italiano la posibilidad de continuar sus afanes intelectuales en algunas de las mejores bibliotecas del continente y en sana pugna con las mentes más preclaras del momento. La inclusión en sus obras de capítulos enteros sobre la literatura y la lengua nórdica antigua pasó por desgracia bastante desapercibida. La adopción de las corrientes culturales francesas y su tradición enciclopédica pronto caló, no sin escándalo, entre los eruditos españoles del momento que, desde entonces, tuvieron acceso a una masa ingente de datos y conocimiento, entre los que hemos destacado la primera traducción casi integra del Hávamál. Pero fue lejos de España donde las figuras de Andrés Bello y Antonio Bachiller consiguieron despertar el interés por la cultura nórdica que, con la primera traducción de las Eddas de 1856, dejó el camino expedito para los que, desde entonces, y a ambos lados de Atlántico, se han dedicado a desentrañar los misterios de la cultura y literatura de los pueblos septentrionales.

Fecha de recepción: 18 de noviembre de 2019

Fecha de aceptación: 26 de marzo de 2020

1 Al obispo danés Peder Resen (†1688?), le debemos que la Europa culta tuviera acceso a las obras que, hasta entonces, habían sido un campo exclusivamente cultivado por los estudiosos nórdicos. Su Edda Snorronis Sturlesonii triplici lingua Islandica et Latina (1665), incluía una separata con la traducción al danés y al latín de los poemas éddicos Hávamál y Völuspá. Para este tema, cf. Andrew WAWN,The Post-Medieval Reception of Old Norse and Old Icelandic Literature”, en Rory MACTURK (ed.), A Companion to Old Norse Icelandic Literature and Culture, Oxford, Blackwell, 2005, pp. 320-38 y Teodoro MANRIQUE ANTÓN, “La literatura nórdica antigua en la obra de Juan Andrés: valoración y fuentes”, Rilce, 30/2 (2014), 461-483.

2 Heather O´DONOGHUE, English Poetry and Old Norse Myth: a History, Oxford, Oxford University Press, 2014.

3 Se trata del libro de Johan Bohemo de 1520, Omnium gentium mores, leges et ritus ex multis clarissimis rerum scriptoribus, que Francisco de Támara tradujo en 1556 con el título Libro de las costumbres de todas las gentes.

4 Para este tema cf. Ingeborg GLØRESEN, Kongespeilet y las siete partidas, Oslo-Bergen-Tromsø, Universitets forlaget, 1972 y Teodoro MANRIQUE ANTÓN, “Literatur im Dienst der Monarchie: Alfons X. der Weise und Hákon IV. auf der Suche nach der nationalen Identität”, en Thomas SEILER (ed.), Skandinavisch–iberoamerikanische Kulturbeziehungen, Beiträge zur Nordischen Philologie. Tübingen, Francke A. Verlag, 2013, pp. 15-33.

5 Ingmar SÖHRMAN, “Ecos de la patria goda”, Polis. Revista de ideas y formas políticas de la antigüedad clásica, 16 (2004), 169-196.

6 Vicente ALMAZÁN, “Las peregrinaciones del reino de Dinamarca a Santiago de Compostela”, Hispania Sacra, 51 (1999), 639-653.

7 Rafael GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, “El mito gótico en la historiografía del siglo XV”, Antigüedad y cristianismo, 3 (1986), 289-300.

8 La carta, que nunca llegó a su destino, defendía los intereses del depuesto rey Christian II, y también de los príncipes alemanes que le apoyaban. El destinatario de dicha carta ha sido a menudo confundido en la crítica española, al afirmarse que en realidad la misiva estaba dirigida al rey Gustavo, cf. Margarita VALLEJO GIRVÉS, “Estudio preliminar: Disertación sobre el origen y patria de los godos”, en Guillermo CARNERO (ed.), Obras raras y desconocidas III: Luzán y las academias. Obra historiográfica, lingüística y varia, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2007, pp. 49-85.

9 A este respecto nos parece muy interesante la reflexión de Alcalá Galán cuando afirma: “se da una paradoja curiosa en todo esto: el proceso de trivialización de la cultura libresca nace alentado por la más pura filosofía renacentista y tiene su origen en un ideal serio y nada frívolo —la urbanitas. La urbanitas responde a un deseo de convivencia ciudadana, a la voluntad de compartir el saber, a la necesidad de comunicación, y de ella se deriva el uso de formas como el diálogo, la facecia, la epístola, y la mezcla de géneros […] en el deseo de divulgar de forma activa y eficaz contenidos culturales; de ahí el auge del género de las misceláneas y de la prosa de variedad humanística”, Mercedes ALCALÁ GALÁN, “Las misceláneas españolas del siglo xvi y su entorno cultural”, Dicenda: estudios de lengua y literatura españolas, 14 (1996), p. 17.

10 Mar MARTÍNEZ-GÓNGORA, “Los personajes fabulosos del Jardín de flores curiosas de Antonio de Torquemada”, Hispanófila, 153 (2008), 1-17.

11 Para un estudio reciente sobre este tema, cf. Mateo BALLESTER RODRÍGUEZ, “Unknown and Barbarian: Scandinavia and the Boundaries of Civilization in Early Modern Spain”, en Dolly Jorgensen y Virginia Langum (eds.), Visions of North in Premodern Europe, Turnhout, Brepols, 2018, pp. 243-263.

12 Gonzalo FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Historia general y natural de las Indias, islas y tierra-firme del mar océano, primera parte (ed. de José Amador DE LOS RÍOS, Madrid, Real Academia de la Historia, 1851, p. CX). Obra disponible en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/historia-general-y-natural-de-las-indias-islas-y-tierrafirme-del-mar-oceano-tomo-primero-de-la-segunda-parte-segundo-de-la-obra--0/html/01474fac-82b2-11df-acc7-002185ce6064_120.htm [consultada el 27/07/2019].

13 Francisco LÓPEZ DE GÓMARA, Historia General de las Indias, 1553. Obra disponible en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/historia-general-de-las-indias--0/html/ [consultada el 03/08/2019].

14 Juan DE PINEDA, Quarta parte de la monarquía eclesiástica o Historia Universal del mundo, Barcelona, 1606, p. 445.

15 Jerónimo ROMÁN Y ZAMORA, Republicas del mundo: divididas en XXVII libros ordenadas por F. Hieronymo Roman, 1575. Obra disponible en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes: http://www.cervantesvirtual.com/obra/republicas-del-mundo-diuididas-en-xxvii-libros [consultada el 02/08/2019].

16 La Carta Marina fue uno de los mapas más completos y extensos de la época. Fue tallada en nueve bloques de madera de 125 x 170 cm. y contenía ilustraciones de alrededor de 900 topónimos y otras indicaciones geográficas. Para este tema, cf. Leena MIEKKAVAARA, “Unknown Europe: The mapping of the Northern countries by Olaus Magnus in 1539”, Belgeo, vol. 3, n. 4 (2008), 307-324.

17 Fernández de Oviedo, op. cit. p. 636.

18 Para este tema, cf. Peter STADIUS, “The North as a Spanish Realm of Memory”, en Peter HENNINGSEN et al. (eds.) Transnationale Erinnerungsorte: nord- und südeuropäische Perspektiven, Berlín, Berliner Wissenschafts-Verlag, 2010, pp. 109-123. Para la influencia de Olao en Torquemada, cf. Paolo CHERCHI, “Antonio de Torquemada e Olao Magno”, en G. ADAMO (ed.), Erudizione e leggerezza: saggi di filologia comparativa, Roma, Viella, 2012, pp. 81-92. Para un estudio sobre la obra de Olao Magno en castellano, cf. Josué VILLA PRIETO, “La cultura escandinava en la Baja Edad Media: su exposición en el tratado de Olaus Magnus (Roma, 1555)”, Tiempo y sociedad, 20 (2015), 19-53.

19En su Diálogo Filipino (circa 1580), Lorenzo de San Pedro trata un número extenso de temas centrándose especialmente en la política y en las razones de Estado desde una perspectiva católica, con el último fin de apoyar los derechos dinásticos de Felipe II sobre Portugal. Lorenzo de San Pedro no se olvida de incluir múltiples referencias a lo humano y lo natural y es aquí donde cita a los hermanos Magno, como cuando al hablar de los orígenes de la monarquía de los godos afirma: “Y aunque en su tierra eran idólatras, pero como escriben Juan Magno y Olas Godo, arzobispos Upsalia, creían la inmortalidad del alma y gloria y pena en el otro mundo y tuvieron uso de las letras antiquísimo, como en peñas y cuevas de sepulturas parecen hasta agora escritas”. Cf. Pedro L. LORENZO CADARSO, Derecho y cultura política en el siglo XVI: el “Diálogo Filipino” de Lorenzo de San Pedro, Madrid, Boletín Oficial del Estado, 2017, p. 87

20 Para un estudio introductorio a la figura de Gómara, cf. Simón VALCÁRCEL MARTÍNEZ, “Una aproximación a Francisco López de Gómara”, Caravelle. Cahiers du monde hispanique et luso-brésilien, 53 (1989), 7-24.

21 Francisco LÓPEZ DE GÓMARA, Historia General de las Indias, 1553. Obra disponible en http://bibliotecadigital.jcyl.es/i18n/consulta/registro.cmd?id=12980 [consultada el 12/05/2019].

22 También en Hispanoamérica hemos encontrado mencionada la obra de Olao en el testamento del célebre intelectual peruano Juan de Espinosa Medrano († 1688). Cf. Pedro GUIBOVICH PÉREZ, “El testamento e inventario de bienes de Espinosa Medrano”, Histórica, XVI/1 (1992), 1-31.

23 En esta biblioteca también había una copia de la Historia de omnibus Gothorum Sueonumque regibus de Juan Magno.

24 En la biblioteca del conde de Gondomar también había una copia de las Gesta Danorum de Saxo Gramático en la edición de Frankfurt de 1576.

25Cf. IBSO, Inventarios y Bibliotecas del Siglo de Oro, disponible en https://www.bidiso.es/IBSO/ListarInventarios.do [consultado el 13/05/2019].

26 Antonio de Torquemada (1508-1569) fue un hombre culto y educado en la tradición humanista de la Universidad de Salamanca, que tuvo la fortuna de viajar por Italia hacia 1530, y que acabó al servicio del conde de Benavente, don Antonio Alfonso Pimentel, donde a buen seguro disfrutó e hizo uso de su extensa biblioteca. Del Jardín de flores curiosas se hicieron, entre 1570 y 1621, al menos nueve ediciones, aunque su éxito se vería truncado súbitamente al ser ésta incluida en el Índice de Libros prohibidos de Antonio Zapata en el año 1632.

27 Antonio DE TORQUEMADA, Jardín de Flores Curiosas ‒ed. de Enrique SUÁREZ FIGAREDO, Lemir, 16 (2012), p. 795‒.

28 Ibid., p. 802.

29 La Historia de omnibus Gothorum Sueonumque regibus, terminada en 1540, es la obra más importante de Juan Magno, aunque no fue publicada hasta el año 1554 cuando, ya en el exilio, su hermano Olao la editó de manera póstuma. En la España del XVII, la obra de Juan Magno tuvo una enorme influencia en la de Diego Saavedra Fajardo, Corona gótica castellana y austriaca políticamente ilustrada, publicada en 1646 y en la que su nombre aparece profusamente como su fuente principal.

30 Para este tema, cf. Karsten FRIIS-JENSEN, Saxo Grammaticus: A Medieval Author between Norse and Latin Culture, Copenhagen, Museum Tusculanum Press, 1981.

31 En referencia a las ideas de Evémero de Mesene (actual Messina), filósofo y mitógrafo que consideraba a los dioses paganos hombres deificados.

32 DE TORQUEMADA, op. cit., p. 806.

33 BALLESTER RODRÍGUEZ, op. cit., p. 630.

34 Para este autor, cf. Anselmo SÁNCHEZ FERRA, “El logroñés Jerónimo Román y su obra sobre las repúblicas del mundo”, Cuadernos de investigación: historia, 10/1 (1984), 307-316 y Rolena ADORNO, “La censura y su evasión: Jerónimo Román y Bartolomé de las Casas”, Estudios de cultura Náhuatl, 23 (1993), 263-296.

35 Jerónimo ROMÁN Y ZAMORA, Republicas del mundo: divididas en XXVII libros ordenadas por F. Hieronymo Roman, 1575. Disponible en la edición digital de la BNE http://bdh.bne.es/bnesearch/detalle/bdh0000134724 [consultada el 14/05/2019].

36 Idem, p. 347. Este tipo de interpretación suele denominarse interpretatio romana y era habitual en escritores clásicos como Tácito, en su Germania. Consiste en la comparación de los dioses del panteón germánico/nórdico con los de Roma, como es el ejemplo de Þórr y Júpiter, o cuando Adam de Bremen elige las palabras latinas templum o sacerdotes para referirse al edificio de culto pagano en Uppsala y a los que están a la cabeza del mismo. El error que aquí cometen Olao, basándose en la información procedente de su hermano, y también el fraile agustino, es la identificación de la tercera figura del templo de Uppsala como la de Frigga, esposa de Odín, ya que, en la fuente principal de este pasaje, que ambos prelados conocían, las Gesta hammaburgensis ecclesiae pontificum de Adam de Bremen († 1081/1085), se afirma que “Tertius est Fricco, pacem voluptatemque largiens mortalibus, cujus etiam simulachrum fingunt ingenti priapo”. Dicho error tiene su origen, sin duda, en la discusión de carácter filológico sobre la relación de los dioses principales del panteón nórdico con los términos usados para los días de la semana, al equiparar el dies Veneris con el Frigedagr nórdico. Para ello se hace necesaria la presencia de la figura femenina en detrimento del dios Freyr, que es quien consta en la obra de Adam de Bremen, y al que también Saxo había eliminado del templo principal de Upsala.

37 ADAM de BREMEN, op. cit., p. 347.

38 Juan DE PINEDA, Quarta parte de la monarquía eclesiástica o Historia Universal del mundo, Barcelona, 1606, p. 401.

39 Idem, p. 402.

40 Idem, p. 404.

41 Idem, p. 407.

42 Idem, p. 409.

43 En la biblioteca de D. Diego Sarmiento Acuña († 1626), conde de Gondomar existía una copia del libro de Albert Krantz, Regnorum Aquilonarium Daniae, Sueciae, Noruagiae chronica, en la edición de Frankfurt de 1575.

44 ROMÁN Y ZAMORA, 1575, op. cit. p. 341.

45 Las ediciones de la Corona Gótica, castellana, y austriaca, a diferencia de otras obras de Saavedra Fajardo, apenas supera la docena e incluso desde su aparición fue recibida con una suerte de desinterés, posiblemente por su clara intencionalidad política de atraerse las simpatías de la corte sueca. Para este tema cf. Adrián SÁEZ, “El ingenio de la diplomacia: Saavedra Fajardo, el conde de Rebolledo y los reyes del norte”, Studia Aurea, 8 (2014), 91-110; Pedro Ruiz Pérez, “Visión y mirada en las Selvas dánicas del conde de Rebolledo”, Creneida, 2 (2014), 349-374.

46 Rafael GONZÁLEZ CAÑAL, “El conde de Rebolledo y los albores de la Ilustración”, Criticón, 103-104 (2008), 69-80.

47 SÁEZ, op. cit, p. 103. Cf. también, Rafael GONZÁLEZ CAÑAL, “El conde de Rebolledo y la reina Cristina de Suecia: una amistad olvidada”, Tierras de León, n. 26, vol. 62 (1986), 93-108.

48 Rafael GONZÁLEZ CAÑAL (ed.), Los Ocios del Conde de Rebolledo, Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha, 1997, p. 352.

49 Mateo BALLESTER RODRÍGUEZ, “Das Bild Skandinavien im spanischen Goldenen Zeitalter”, en Thomas SEILER (ed.), Skandinavisch–iberoamerikanische Kulturbeziehungen, Tübingen, Francke A. Verlag, 50, (2013), pp. 57-58.

50 Para este tema cf. María del Carmen DÍAZ DE ALDA HEIKKILÄ, “Ultima Thule” y el contexto nórdico de “Los trabajos de Persiles y Sigismunda”, en Antonio BERNAT VISTARINI (coord.), Volver a Cervantes: actas del IV Congreso Internacional de la Asociación de Cervantistas, Palma de Mallorca, Universitat de les Illes Balears, 2001, vol.2, pp. 875-886 y Juan Antonio GARRIDO ARDILA, “Escandinavia y el Persiles: de la Geografía a la Historia”, Anales Cervantinos, 48 (2016), 221-242.

51 Anastasio ROJO VEGA, “Manuscritos y problemas de edición en el siglo XVI”, Castilla: estudios de literatura, 19 (1994), 129-157.

52 Sebastián de COVARRUBIAS OROZCO, Tesoro de la Lengua Castellana o Española, 1611. Disponible en la Biblioteca Digital Hispánica: http://bdh.bne.es/bnesearch/detalle/4216062 [consultado el 13/08/2019].

53 Martín CARRILLO, Anales cronologicos del mundo, 1634, p. 293. Disponible en la Biblioteca Digital Hispánica: http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000170025&page=1 [consultado el 13/08/2019].

54 Antonio SÁNCHEZ TÓRTOLES, El entretenido: primera parte repartido en catorze noches desde la vispera de Navidad hasta la del dia de los Reyes, 1691. Disponible en la Biblioteca Digital de Castilla y León: https://bibliotecadigital.jcyl.es/es/consulta/registro.cmd?id=8984 [consultado el 13/11/2019].

55 Gerónimo DE LA CONCEPCIÓN, Emporio de el orbe, Cádiz ilustrada, 1690. Disponible en la Biblioteca Virtual de Andalucía: http://www.bibliotecavirtualdeandalucia.es/catalogo/es/consulta/registro.cmd?id=6636 [consultado el 11/11/2019].

56 Para este tema, cf. Teodoro MANRIQUE ANTÓN, “La literatura nórdica antigua en la obra de Juan Andrés: Valoración y fuentes”, Rilce. Revista de Filología Hispánica, 30/2 (2014), 461-483.

57 El exilio forzado de los jesuitas siguió a la denominada Pragmática sanción de 1767, medida contra la Compañía que se había adoptado anteriormente también en Francia y en Portugal. Muchos de sus miembros optaron masivamente por trasladarse a Italia.

58 MANRIQUE ANTÓN, “La literatura nórdica antigua…”, p. 471.

59 Idem, p. 469.

60 También en este, Juan Arribas y Soria, que había sido nombrado por el Consejo de Castilla censor de la edición francesa para la materia de la Geografía de España, concluye que el original está plagado de errores y decide enmendarlos del mejor modo posible

61 Encyclopedia metódica. Geografía moderna, traducida del francés al castellano por los señores don Juan Arribas y Soria, y don Julián de Velasco, Madrid, 1792, pp. 417-418. Disponible en: https://www.bvfe.es/directorio-bibliografico-diccionarios-vocabularios-glosarios-tratados-y-obras-lexicografia/17072-encyclopedia-metodica-geografia-moderna-traducida-del-frances-al-castellano-por-los-senores-don-juan-arribas-y-soria-y-don-julian-de-velasco.html [consultada el 5/12/2019]. El original francés puede verse en https://books.google.es/books?id=lbc_AAAAcAAJ&printsec=frontcover&hl=es&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q=Islande&f=true [consultado el 13/12/2019].

62 Disponible en http://www.cervantesvirtual.com/portales/lorenzo_hervas_y_panduro/obra/catalogo-de-las-lenguas-de-las-naciones-conocidas-y-numeracion-division-y-clases-de-estas-segun-la-diversidad-de-sus-idiomas-y-dialectos-volumen-3-lengua-y-naciones-europeas-parte-i-naciones-europeas-advenedizas-y-sus-lenguas--0 [consultado el 20/12/2019].

63 Para este tema cf. María RODRIGO MORA, “El Catálogo de las lenguas de Hervás y Panduro. Estudio de la Introducción a la luz de la lingüística ‘illuministica’”, BSEHL, 12 (2018), 219-239.

64 HERVÁS Y PANDURO, op. cit, I, p. 370

65 Idem, vol. II, p. 66.

66 Idem, pp. 69-70.

67 Andrés BELLO, Ensayos de Filología y Filosofía, Madrid, Verbum, 2019, p. 78.

68 Las Antiquitates Americanae de Rafn suelen considerarse el punto de partida de los estudios sobre las expediciones vikingas al continente americano, aunque también de ese movimiento denominado “goticismo transatlántico” al que debemos más de una ocurrencia de carácter pseudohistórico.

69 Antonio BACHILLER Y MORALES, Antigüedades americanas: Noticias que tuvieron los Europeos de la América antes del descubrimiento de Cristóbal Colón, La Habana, 1845, p. 5.

70 Idem, p. 62.

71 Idem, p. 70.

72 Idem, p. 92.

ISSN 0327-5094 (versión impresa) - ISSN 1850-2628 (versión online)
Temas Medievales 28 (1), ene-jun 2020: 1-26